DIDEROT: "LA PARADOJA DEL ACTOR"
Afirma
Diderot que la naturaleza humana es la que otorga cualidades a la persona, la
que permite perfeccionar su técnica, su trabajo y su experiencia.
Para el
filósofo francés de la Ilustración, el actor debe tener capacidad de
discernimiento, debe despojarse de su sensibilidad y desarrollar así su
capacidad de imitación y de reflexión de la naturaleza humana que lo envuelve.
Piensa Diderot que el actor debe recurrir a su imaginación y a su memoria, y
que todos los elementos han de ser procesados y ordenados en su cabeza.
La
imaginación y la memoria son una misma facultad del espíritu. La forma más
elemental de la imaginación es el recuerdo, basado en una representación mental
de una circunstancia pasada, o de como fuimos en otro tiempo. Para el
Ilustrador francés, el talento actoral no consiste en sentir, si no expresar
rigurosamente los signos exteriores del sentimiento. El actor no debe sentir
realmente, debe expresar el sentimiento mediante la reflexión de su
significado. Esa reflexión ha de hacerse mediante la memoria.
Los gestos,
los tempos, el manejo de la voz y de los sonidos, el furor... Todo forma parte
de una imitación de la realidad configurada a partir de la memoria. Al acabar
la representación, el actor no padece dolor alguno ni melancolía, no está
turbado, simplemente se despoja momentáneamente de todos esos recuerdos, hasta
llegar a un nuevo ensayo.
Ésa es,
según Diderot, la paradoja del actor. Un actor no debe sentir nada, son los
espectadores los que deben sentir, el acto suscita emociones o sentimientos
mediante los recuerdos procesados en su mente y expresados inmediatamente. Los
espectadores por el contrario, son los receptores del esfuerzo del actor por
aparentar su sentimiento.
La paradoja
se produce, en tanto que, el actor concibe su personaje como una ilusión, como
un recuerdo que no le condiciona en absoluto, mientras que los espectadores
asocian al actor con el personaje, lo que supone una contradicción y por lo
tanto una paradoja.
Un actor
sublime es aquél que es capaz de olvidar completamente su sensibilidad para
convertirse en un técnico de la interpretación.
Diderot nos
hace ver que un espectador no quiere ver cómo llora un actor, lo que quiere es
que le haga llorar. De la misma manera, un espectador no quiere ver cómo un
actor se emociona, lo que quiere es emocionarse.
Otra
paradoja es que la naturalidad conduce a la vulgaridad, así que el actor debe
lograr una naturalidad escénica para lograr conmover a los espectadores.
La
naturalidad escénica resulta más atractiva sin resultar menos creíble. Para
lograr esa naturalidad, el actor imita fielmente todos los síntomas exteriores
que son universales, y que por tanto, todos conocemos y nos sentimos
reconocidos.
El texto completo de Diderot esta colgado en Bibliografía el jueves 28 de enero
El texto completo de Diderot esta colgado en Bibliografía el jueves 28 de enero
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