lunes, 25 de enero de 2016

LUNES 25 ENSAYO EL MITO DE NARCISO Y LA DANZA TEATRALIZADA LEYSON PONCE




Narciso en la fuente, Caravaggio 1597/99.






El Mito de Narciso y la Danza Teatralizada, deriva estética sobre la fenomenología del cuerpo y sus afecciones




Bloque de Ponencia:
Estética
Autor:
Leyson Orlando Ponce Flores
Universidad al que se encuentra vinculado
Universidad Nacional Experimental de las Artes. Caracas, Venezuela

Doctorando en Filosofía Universidad de Salamanca, España.
Palabras Clave:
Cuerpo teatralizado, Mito, Metáfora del cuerpo, Razón sapiencial, Razón moderna


Resumen


En este artículo proponemos una analogía entre el mito de Narciso  y el cuerpo teatralizado de la danza, con la intención de poner a prueba cómo se comporta la verdad mítica que contiene y por la que podemos trazar una senda a la danza en nuestro tiempo. Para ello reflexionaremos sobre las metáforas que comparten en su interpretación de cuerpo desdoblado. No pretendemos explicar el mito sino valernos de su vigencia narrativa y plantear de esta manera una perspectiva fenomenológica del cuerpo y su teatralización en la experiencia moderna y contemporánea de la danza. Basándonos en lo descrito por Ovidio en la Metamorfosis y con la referencia de José Luis Fuertes Herreros (España) quién lo analiza desde la metamorfosis suscitada entre la razón sapiencial y la razón moderna; e igualmente dialogando con La idea moderna de la obra de arte, de Sandra Pinardi (Venezuela); entonces este artículo es una deriva estética que  extrae del mito las fuerzas o posibles afecciones que han posibilitado la experiencia estética desde la Ilustración hasta nuestros días, indagando dónde se encuentra el lugar que ocupa el pensamiento crítico y la experiencia por la que el cuerpo vivencia lo que llamamos  danza.



Palabras Clave: cuerpo teatralizado, mito, danza, razón sapiencial y razón moderna.







Abstract

This article proposes an analogy between the myth of Narcissus and the theatrical body in dance, with the intention of testing how the mythical truth it contains allows us to trace a path to dance in our time. To this effect we will consider the metaphors they share in their interpretation of the divided body. We do not pretend to explain the myth but to make use of its narrative validity and thus pose a phenomenological view of the body and its theatrical attribute in the modern and contemporary experience of the dance. On the basis of Ovid’s Metamorphosis,  and taking into account the reference of José Luis Fuertes Herreros (Spain), who analyzes it  as the metamorphosis between wisdom reason and modern reason , and also establishing a dialogue with The modern idea of ​​the artwork , by Sandra Pinardi (Venezuela),  this article is then an aesthetic drift extracting from the myth the forces or potential conditions that made possible the aesthetic experience from the Enlightenment to the present day , enquiring about  the place occupied by  critical thinking and the experience by which the body lives what we call “dance”.



Keywords : theatrical body , myth , dance, wisdom reason  and modern reason






El mito tiene, en relación con la verdad, el valor de ser la voz de un tiempo originario más sabio.
H.G. Gadamer



Una posible mirada al mito de Narciso y al cuerpo teatralizado de la danza nos hace necesario establecer un recorrido desde el saber moderno, ya que éste colocó al hombre como centro de su existencia y en el arte de la danza eso es un precepto: allí, la primera asonancia. El giro que promovió el Renacimiento como nuevo entendimiento del mundo, fue un movimiento vital para entender, primero, que el orden sapiencial era desplazado por un orden instrumental donde el nuevo hombre, desprovisto ya de la lógica divina, se encuentra con la fragilidad de su cuerpo en la existencia,  sin la anquilosada teología y los designios astrológicos para construir su realidad. A partir de ese momento el sujeto constituye su nueva cartografía, su nueva humanidad, no queriendo decir con esto que perdía su religiosidad sino que la renovaba en un sentido más humano, volviéndolo un sujeto conciente, otra asonancia con la danza. Por ello, este artículo recoge esos puntos comunes para establecer deliberadamente un posible razonamiento que no es más que un pretexto por donde reflexionar sobre la danza desde una de sus esencias olvidadas últimamente por la supremacía de la fisicalidad sobre la expresión; es decir,  que el cuerpo se ha vuelto más visible que su expresión que es la contenedora del alma. Ese sentido de  lo aprehensible del cuerpo y el alma, es en suma su sentido de humanidad.

En este orden de ideas partimos del mito de Narciso por ser una portentosa narración que nos permite desde su interpretación una ilación con el acto del desdoblamiento de la danza desde la metáfora de la transformación que sufre el nuevo hombre en su existencia. En los versos del Libro III, de La metamorfosis de Ovidio,  llamado Narciso y Eco, ésta narración mítica nos ofrece la posibilidad de una interpretación elaborada primero, en el cuerpo y su reflejo y, seguidamente en la obtención de una poética que llena de sentido al pensamiento lógico de su configuración. El pasado mes de noviembre asistiendo a una conferencia en la Universidad de Salamanca, sucedió la revelación cuando el profesor Fuertes Herreros nos conmovía cuando explicaba de manera magistral[1] como se configuraba este mito en el tránsito entre la razón sapiencial y la razón moderna: es decir, muerte y nacimiento de un paradigma. Intentando continuar con su sabia y conmovedora analogía  nos hemos permitido con todo el respeto y salvando las distancias de su sabiduria atribuir también al arte de la danza su analogía, y que bien nos puede definir una perspectiva sobre la experiencia estética y la fenomenología del desdoblamiento del cuerpo en la escena, como un acto de reconocimiento, y de humanismo propio de la Modernidad, siendo quizás ésta la esencia que hemos heredado desde la Ilustración hasta nuestra contemporaneidad. Por eso consideramos necesario una aproximación a la Estética moderna y a ciertos autores que la filósofa venezolana Sandra Pinardi señala  esenciales si transitamos la experiencia estética en la Modernidad y que expone muy claro en su texto La idea moderna de  obra de arte[2].

José Luis Fuertes desde su línea de investigación La razón sapiencial y el orden del mundo: la naturaleza y los discursos en el ser humano en el Siglo XV,  establece el mito de Narciso como analogía del transito entre ambos modelos de contención humana (la razón sapiencial y la razón moderna). Para comprender este nuevo entendimiento y ubicarnos históricamente en los siglos de la Modernidad, será necesario hacer mención de algunos autores que señala son esenciales y que estudiándolos nos otorgan ideas para construir una argumentación acorde a la existencia en esos tiempos. De igual manera otros pensadores estarán ausentes, no obstante, recalcamos que la noción de razón sapiencial y razón moderna son aproximaciones para permitirnos tomar el espíritu de una época que retumba aún en los cimientos del arte de la danza actual porque contienen como esencia lo que éste filósofo salmantino llama una época de la existencia[3]. Iniciamos entonces esta deriva con postulados que marcan el carácter del nuevo modelo del hombre, en los ejemplos de la obra El Príncipe, de Nicolás Maquiavelo, que  expresa la necesidad de establecer un nuevo orden desde lo  individual y desde lo social, y que esa fue la fuerza de contención requerida para enfrentar la nueva razón moderna. Subyace, en el capítulo XXVI,  la idea de promover el miedo como una estrategia de disuasión pero también a la seguridad cómo otra estrategia que dialogan ante los desafíos que enfrentamos los individuos y que debemos abordar como colectivos. Es decir, que lo que se necesita para luchar contra la barbarie son nuevos concilios con nosotros mismos, y que el acto de acercarnos a una conciencia de existencia se sucede en la mejor manera que podamos observarnos los unos con los otros (esto fue escrito a propósito del contexto social italiano, y es tan vigente en el contexto del mundo actual). Extraemos entonces de Maquiavelo, la formulación  de una propuesta para el nuevo hombre en la reflexión que sobre el miedo y la seguridad atenúan los espacios de violencia, y que estas estrategias son una vía para la concordia; y esto es un principio esencial que radica en trabajar con el otro  desde una perspectiva que abre la visión al progreso político - el reflejo - que es a su vez reconocimiento de las fuerzas de los gobernantes y los gobernados. Igualmente nos remite a otros autores humanistas como Juan Luis Vives con su obra Fábula de Hominis, que es la respuesta a El Príncipe de Maquiavelo, donde se describe  una visión del hombre construyendo su sabiduría en la base del cultivo de sus virtudes aplicadas éstas como principios de conciencia y trascendencia (la idea de cultura). Un tiempo nuevo aparece, e indica Fuertes que la concordia  se asentará en la razón moderna que a su vez pone a juicio a la propia razón en el momento de la salvación, cuestión impensable en el modelo sapiencial por su estructura de ordenamiento teológico. Ahora bien, es importante acentuar este marco referencial porque en  la idea moderna del hombre éste construye su existencia y debe conciliar con los otros lo que implica una existencia de concordias. Vives, con su profundo humanismo y modelo de conducta e ideal de vida, propuso el primer tratado de ayuda y solidaridad social que nutriría los derechos humanos actuales y que fortalecería la idea de un Estado Social. Con esto entonces nos introducimos en el humanismo como una ideología donde debemos aprender a conocernos unos en  otros, a entender que somos todos reflejos de un mismo mundo donde  estamos desamparados y donde nos reconocemos en las mismas necesidades, o lo que Fuertes señala como  vivir en la trascendencia, es decir,  una idea que tiene estructura cíclica que va desde los haceres del  hombre a Dios para devolverse al hombre con nueva significación[4]. Es quizás esta aseveración una característica que ha definido la teatralización de los cuerpos durante todos los tiempos. Resignificar la realidad y no describirla sino interpretarla desde lo que nos afecta y en el lugar donde toda experiencia sea encrucijada para elaborar pensamiento crítico de la representación del mundo y de la conceptualización que hacemos desde nuestros sentidos. De allí la noción de Estética de Baumgarten, senda que tomamos para acercarnos a la conciencia estética en tiempos de concordias y existencia de autonomías: a  la subjetividad, a la razón estética, a la danza en cualquier tiempo histórico.




y mientras su sed sedar desea, sed otra le creció, y mientras bebe, al verla, arrebatado por la imagen de su hermosura, una esperanza sin cuerpo ama: cuerpo cree ser lo que onda es[5].


Narciso hijo del río Céfiso y de la ninfa Liríope, es decir hijo de las aguas, estaba predestinado por la premonición del vidente Tiresias a fallecer  en el momento que se conociera. Aquí el verbo conocer es en el mito  metáfora  de reconocimiento del reflejo de su imagen, y ésta a su vez la nueva imagen del hombre; efímero, frágil, desprovisto del viejo cuerpo: es saberse como hombre con existencia como indica Fuertes. Conocerse en el viejo modelo sapiencial es  saberse en el nuevo modelo moderno.  Entonces la noción del verbo conocer se transfigura a verbo saber en el mito. Saberse reflejo es la metáfora de razón instrumental, razón empírica: razón moderna porque nos deja el trago que saber no es conocer el mundo. Narciso y su belleza son la sapiencia, la sabiduría de la vieja cristiandad ya agotada en el 1500, el viejo modelo. Aquella que no puede verse a si misma porque supone es Dios, Belleza y Perfección. El reflejo es el nuevo hombre, la conciencia de la humanidad, el hombre como centro de todas las cosas. Pero ese reflejo no tiene cuerpo y está en estado liquido como la misma esencia por la que el mito nos señala el origen de Narciso. El nuevo entendimiento igualmente se sucede en el hombre pero el mito nos pone en evidencia que esa nueva razón es vulnerable y que es necesario llenarla de un nuevo cuerpo que dialogue con otros. Es decir que asistimos al momento histórico donde el hombre se reconoce con uno de los valores más esenciales de su existencia como es su conciencia de humanidad.  En este punto es necesario enfatizar que conciencia implica estudio de si mismo como sujeto, y por ello en la Modernidad nace de la mano de Freud, Jung y Lacan, la psicología como una ciencia que se vale del estudio del mito para aproximarse al inconciente como oposición de conciencia pero como un todo en el estudio del alma del sujeto, otorgándole al mito una nueva significación.




Qué vea no sabe, pero lo que ve, se abrasa en ello, y a sus ojos el mismo error que los engaña los incita.
Crédulo, ¿por qué en vano unas apariencias fugaces coger intentas? Lo que buscas está en ninguna parte, lo que amas, vuélvete: lo pierdes[6].


Esta nueva perspectiva moderna con la mirada en  las ciencias y en los grandes relatos de la humanidad como la solidaridad, la causalidad, la sensibilidad y el progreso entre otros estados del sujeto, proviene del  giro que introduce Inmanuel  Kant a propósito de Copérnico en la existencia, cuando abre un tiempo de restauración y de concilios en la vieja Europa que inicia mirando al nuevo mundo y que desplaza el centro del universo de la tierra al sol.

Por otra parte y desde otro ángulo del problema, éste es  un mito que posee estructura modal musicalmente hablando y que analizamos más allá de la visión clásica para desplazar su significado a la polifonía que contiene en la Modernidad. Por eso  consideramos importante resaltar esta asociación. La estructura modal propia del periodo sapiencial mantiene cuatro escalas que la definen como una sonoridad férrea a su estructura que a su vez la controla. El mito como narración textual no escapa de su estructura que lo circunscribe y lo somete a designios propios de una lógica que le otorga clausura. Precisamente en el reflejo de Narciso podemos observar como la mirada a  la plurisignificación de su esencia y a su posible polifonía es esencia de la nueva razón moderna que descubre a un hombre entreabierto a las causas y efectos que él mismo produce, es decir, que la estructura lingüística del texto también es afectada por el giro copernicano dado que al pretender resignificarlo rompemos con su estructura modal.   No podemos dejar de mencionar que también ese reflejo en Narciso genera  miedo en el nuevo hombre mostrando su vulnerabilidad, dado que el reflejo es una forma de ilusión que dota esperanza y sentido a la vida, pero a su vez de dudas y dolor. Recordemos también el mito de La caja de Pandora donde el último de los males revelados es la esperanza, o como Leonardo Polo la define: La esperanza es el armazón de la existencia del ser humano en el tiempo[7].

El mito como narración previa al nacimiento del logos en Grecia, era la explicación del origen de los cosas. Es precisamente desde la dimensión racional o logos que lo definiremos como mito, pero nos interesa esa parte que Gadamer valoriza porque  encierra una sabiduría ancestral[8]. Y porque como propuesta en nuestro análisis podría relanzar un marco de comprensión de la experiencia de la danza porque nos interroga sobre ella desde una zona insospechada, que bien Lacan señalaba a propósito del mito como aquello que vela lo imposible[9], atreviéndonos en esta investigación determinar que, el sentido de la danza como experiencia estética en la actualidad no se circunscribe solamente a la idea de experiencia estética sino que adiciona la idea de experiencia ética por los valores que imprime en el contexto de la educación y conformación de sujetos sensibles, a la idea de razón política por su carácter de comunicabilidad y a la idea de experiencia epistemológica por lo que devela como conocimiento (que es necesario explicar qué conocimiento se devela), todas estas son, estructuras como funcionaba el sentido en tiempos de la razón moderna. Acá es importante recalcar que estas ideas de experiencias no dan clausura a un concepto de comunicabilidad, valor y conocimiento, por eso están allí en el mundo, son  únicas como  experiencia estética porque es indudable que allí hay sentido y significación de valor, conocimiento y política, allí hay  ideas. Por eso a esa nueva constitución de conocimiento su carácter insondable. Es una experiencia como señala Pinardi, indeterminada y no clausurada, entendiendo la clausura como alivio y la no clausura como una angustia.

Si continuamos transversalizando la idea del mito de Narciso en nuestra investigación, el acto del desdoblamiento en la danza implica el reconocimiento de otra mirada en la mirada. Es decir, lo que miramos y lo que nos mira como  una forma de buscar acompañamiento. Bien decía Diderot que la experiencia estética servía no para entender al mundo sino a los seres que intentan comprenderlo. Narciso entonces nos sitúa cómo mito en la mirada de sí mismo para hacer de ello experiencia y luego la  idea que es en sí también un posible umbral por donde plantearse la senda de Aristóteles.  

Sobre la danza siempre
En la intimidad el intérprete de la danza metaforiza la realidad y de esa metaforización se plantea una dirección cuando improvisa con su cuerpo para vivenciar una experiencia que se revela única evocada en el imaginario como una nueva razón. Esta es  una forma de estar en el reflejo del cuerpo. Se suscita una apreciación del movimiento como reflejo que es a su vez fugacidad, belleza y perfección. Característica ésta que se opone a la estructura modal primaria de la razón sapiencial, porque en la dimensión perceptiva del danzante, la belleza y la perfección no tienen una  naturaleza definida porque no imita a la realidad. El cuerpo en este estado previo de la experiencia se sabe como cuerpo físico y genera intuitivamente en base a una pauta que es un punto en el infinito, una manera de interpretar la realidad. Se sacraliza este estado donde tiempo y espacio son formas a priori de la sensibilidad (en el sentido de Kant) e indisolubles que atraviesan ese punto creativo y que están remarcadas por el sonido como una manifestación que regula las pasiones del movimiento, en oposición al mito en su perspectiva modal. Eco, la ninfa condenada por Hera a repetir el final de las palabras enunciadas, viene a encuadrar en el relato una escala que matiza el conflicto. El interprete de la danza oye sus latidos como un eco, pero lo que oye no es un sonido percibido por el sentido del oído sino por los sentidos propioceptivos – esos, ocultos cómo Eco -. Es decir que lo que se oye es a uno mismo, una forma de reflejo sonoro o un intersticio por donde fluye lo otro como el desespero auditivo de la ninfa Eco.


Desde entonces se esconde en las espesuras y por nadie en el monte es vista, por todos oída es: el sonido es el que vive en ella[10].

Al movernos entonces con esta intencionalidad, el cuerpo se teatraliza y lo que surge de esta metástasis corporal  es otro cuerpo que es metamorfosis del cuerpo físico. En este caso, el reflejo no es inmaterialidad sino un nuevo orden, un instrumento que moviliza el orden simbólico de la realidad; entonces el reflejo es cuerpo de simbologías y como tal cuerpo trascendente por el que mi cuerpo físico toma su transfiguración en la escena. La fuerza que contiene el cuerpo le habla a este como si fuera un oído. Lo teatralizado deja de ser tú mismo porque eres la obra en el espacio y tiempo. Del mito compartimos la narración para producir el movimiento; ahora bien, lo que podría ser una gran paradoja filosófica es que cuando se danza se piensa en movimiento y no en palabras, es una acción instantánea como la generación misma de los conceptos y las ideas. Lo que verbalizamos en lo danza deja de ser verbo porque se danza; entonces, el silogismo sería: lo que movilizamos en la danza deja de ser movimiento porque se vuelve  verbo (eco) en quién la observa. Es la antesala a un acto de atrapamiento de los sentidos, porque en esa búsqueda del espacio de  experiencia de la danza con el  mito como un efecto de encuentro entre el ser y el lenguaje que lo convulsiona, se da un acto de pura comunicabilidad y eso, aunado al de sublimación de la obra donde se ganan significados por otros perdidos, allí, se da un sentimiento de pura humanidad profiriéndole al arte de la danza su gran trascendencia. En este punto nos interesa también esa parte del lenguaje que hace efecto en una cultura y que llamamos en la danza metáfora. Es decir, que podemos inferir que la danza es la respuesta poética al mito que encierra nuestro imaginario, y que dota de significado nuestro lenguaje y  nuestra cultura: entonces por asociación la danza articula cuerpos metaforizados por los mitos.

Nos dice Sandra Pinardi que el problema del arte tiene que ver con experiencia y sensibilidad y no con entendimiento y razón. Ésto le confiere a Pinardi una aseveración anti kantiana muy interesante porque ubica en el plano de los sentidos el problema de la experiencia y no en la razón o en la síntesis que hizo Kant entre ella y el empirismo como un acto de comprender la realidad desde el sujeto. Por ello, Pinardi nos mantiene igualmente en la idea del sujeto consciente con la certeza que de la razón y el entendimiento de la Modernidad fluyen categorías humanistas que permean la sensibilidad de un hombre que vuelve la mirada a su naturaleza humana, que es a su vez experiencia, abriendo de esta manera las facultades subjetivas e ideas en el terreno de los sentidos del hombre. Esta posibilidad nos aproxima a la noción de arte, dado que categorías atribuibles al periodo sapiencial ya no tienen efecto a la fuerza de la experiencia. Asistimos en la Modernidad a la primera dimensión de comprensión de la experiencia estética como lugar para dar explicación como conjunto de teorías a las particularidades, pero como bien señala Pinardi, toda esta pluralidad perseguía la sistematización del saber, todas están formuladas a partir de un imperativo epistemologico[11].  La experiencia estética por eso en el mito de Narciso es el reflejo del hombre que no puede asir el valor de su nueva liberación. Entonces es importante tener claro que esta experiencia para la Modernidad es una forma de objetivación, dado que lo experimentado no puede ser conceptualizado. Es quizás ésta otra reflexión relevante, porque el mito como narración contiene una dimensión especular por el que las definiciones son imposibles de realizar. De esta fenomenología de la particularidad se suceden las objetivaciones puntuales de la experiencia, generando un lugar nuevo al conocimiento porque se distancia del entendimiento y de la razón. Esta es la premisa para la Modernidad: la subjetividad. Para consolidar nuestro argumento consideramos importante reflexionar en ese modelo de razón moderna y la revolución acaecida en la obra de arte, es decir en el nacimiento de la Estética con Baumgarten y su obra Aesthetica (1750).

En torno a nuestro nudo planteado con el mito de Narciso, la danza y la razón moderna, exponemos una panorámica sobre la idea del cuerpo estético, siempre en el interés de este ensayo y vinculante a lo que contiene en su desdoblamiento en la escena en la actualidad: su teatralización. De esta manera exponemos el carácter anacrónico de esta experiencia.

Luego el psicoanálisis surge inicialmente a partir del mito para posteriormente desarrollarse a través de él. Lo interesante, en este sentido, es que, si bien la invención del psicoanálisis esta sostenida inicialmente a partir del mito, el propio psicoanálisis,, relanza el valor del mito apoyándose, justamente, en todos aquellos instrumentos culturales que lo han rehabilitado previamente[12].



Con estas importantes premisas, la idea de cuerpo moderno en el arte es entonces la de un cuerpo con sus singularidades, con sus manifestaciones humanas y no predeterminada por los designios divinos o la astrología. La pintura de Caravaggio Narciso en la fuente, que exponemos en este articulo, nos revela el posicionamiento humano en la pintura. Si bien en primer plano observamos a Narciso frente a su imagen, la proximidad a la figura perfecta y de proporciones propias de la razón sapiencial: es una figura muy iluminada en el cuadro, la imagen proyectada en el agua es opaca y no pareciera él. Esa forma de desvanecimiento de la técnica es una forma para inferir que debemos mirar al hombre con sus imperfecciones. Señala Pinardi que lo más valioso de la Ilustración es su valoración al conocimiento que encierra la experiencia y por sobre todo a la percepción. Una manera de pasar por el pensamiento vinculado a las emociones y los sentimientos, entendiendo esto como producción cognoscitiva, porque se traslada la sensibilidad pasiva a su espontaneidad e inmanencia.

Quisiéramos hacer mención a Denis Diderot, quién estableció en la naciente Modernidad una conectividad muy interesante entre el cuerpo y su intelecto, dejando clara una relación que ha sido otro precepto indisoluble en la danza. La reciprocidad entre cuerpo e intelecto es el campo fenomenológico por excelencia de la experiencia como un acto de confesión con la vida. Por eso los cuerpos desdoblados en la interpretación son cuerpos que atienden a naturalezas propias de quien la profiere. Ese sentido de la representación es sentido de vida; por eso Paul Valéry la denomino como: la danza es un exceso de vida. Dice Pinardi que para Diderot eso es el fundamento de lo artístico[13]. Entonces existe en la danza y su desdoblamiento una existencia  empírica que hace actividad con el mismo cuerpo que la origina. Éste es un conocimiento de razones y sentidos propio de la experiencia estética. Exceso de vida es para la danza, humanidad, porque se representa al mundo evitando toda imitación. En esto la danza dialoga con Diderot a lo largo de su historia, en ese preciso lugar insospechado donde la naturaleza que se representa es ante todas las cosas una naturaleza humana; es decir, ese reflejo opaco que observamos en la pintura de Caravaggio.

Haciendo mención finalmente a Alexander Baumgarten, es el filósofo que termina dando unidad a la manifestación estética producto de las emociones con la conciencia racional, constituyendo con ello una valoración excepcional porque localiza la producción epistémica en la experiencia estética. Dice Pinardi que Baumgarten considera a la Estética como una ciencia en donde el orden de lo sensitivo se hace experiencia para el sujeto empírico, porque sistematiza las leyes que lo rigen. De Baumgarten podemos extraer para adicionar a nuestra noción de cuerpo desdoblado lo que explica como poética refiriéndose a la poesía, en cuanto a que son representaciones sensibles en el discurso y que son perfectas en la medida que respeten esta asociación de ser sólo eso, representaciones sensibles, estar interconectadas entre sí y presentar una articulación entre las palabras que la conforman[14]. Inclusive plantea y consideramos extraordinaria esa apreciación a que si la realidad no me otorga la cosa de la representación debemos entonces crear ficciones verdaderas. La construcción del movimiento funciona aún hoy día con esta característica, de allí su permanencia. Debemos entonces a la Ilustración la noción de Estética que hoy conocemos, precisamente por haber ponderado la experiencia sensible ubicándola en un más allá de la experiencia y no dejándola como un tránsito o paso hacia la representación como hizo la razón sapiencial. Esta Estética de la Ilustración acuña un termino que revoluciona nuestra relación con el mundo y que llamó la Ilustración experiencia estética. Es decir, que se comprende que entre el mundo y la subjetividad hay conexiones y podrían poseer un tipo de materialidad, eso ¿no es lo que Ponty llama fenomenología de la experiencia?, ¿y no reposan en ese estrato la opacidad del reflejo de Narciso?. Entonces esa conexión que posee materialidad no es conexión  física sino representativa, es el modo como explicamos la alteridad desde nuestra subjetividad y desde el objeto que hemos categorizado como objeto de la experiencia estética.

En el ejemplo de Fuertes con el mito de Narciso y el quiebre paradigmático entre la razón sapiencial y la moderna, y tomando la idea moderna a través de grandes pensadores en la historia, aseveramos que hay una esencia gestada en el sujeto y que ha trascendido en él con sus raíces en la Modernidad, nutriendo hoy  la noción de cuerpo desdoblado  que perfectamente y también sirviéndonos del mito de Narciso, nos ha permitido esta reflexión apegada al sentido humanista que encierra la danza como un acto de acompañamiento. En la visibilidad del mundo la mirada tiene un proceso natural para acercarnos a lo que mi ser reconoce de esas imágenes. El cuerpo teatralizado de la danza es la expresión en movimiento de esa mirada que visibiliza el mundo. En el campo de la fenomenología Merleau-Ponty tiene un escrito relevante para nuestro ensayo sobre la visión y el movimiento como una unidad de reciprocidad y señala: Él, que mira todas las cosas, puede también mirarse y reconocer entonces en lo que ve, el -otro lado- de su potencia vidente. El cuerpo se ve viendo, se toca tocando, es visible y sensible para sí mismo. Es un –sí mismo, no por transparencia como el pensamiento, que no piensa ninguna cosa más que asimilándola, constituyéndola y transformándola en pensamiento, sino un sí-mismo por confusión, narcisismo inherencia del que ve en lo que él ve, del que toca en lo que él toca, del sintiente en los sentidos, que tiene un pasado y un porvenir[15].

Finalizando, queremos resaltar  que el mito de Narciso desde la mirada al modelo moderno, nos abre posibilidades  fecundas para consolidar nuestra idea de cuerpo desdoblado en la actualidad. Recuperamos entonces la importancia de la existencia como un estado de reconocimiento y recepción de la naturaleza humana y su pensamiento. Por otra parte, la consideración de extensión de esa naturaleza que es lo que se manifiesta en la realidad como experiencia o evidencia. Entonces la relación entre pensamiento y experiencia son consideraciones que patentan el principio de la creación en la danza como razón estética. Mientras, desde el pensamiento, se metaforiza la idea de lo real posible, en la experiencia donde el cuerpo es un cúmulo de retorcidas formas que profieren una poética de la comunión entre lo que se piensa y se materializa. Radica acá el gran misterio de esa traducción de la danza porque tiene la textura liquida del mito de Narciso y su imagen. Por ello una fenomenología de la danza podría ser un horizonte por donde elaborar pensamiento crítico y creativo, como manifestación libre,  libertad absoluta,  exceso de vida, es decir, en esencia el libre albedrío de la existencia danzando y mirando a la realidad y a sus hombres. Decía Cezánne que el pintor piensa en pintura y permítannos entonces parafrasearlo como: el danzarín piensa en danza. 

En el mito de Narciso subyace la idea de que la naturaleza esta en el interior y que el acto de contemplar la imagen es descubrir la textura imaginaria de lo real, en este punto preciso podemos concluir con lo que Ponty muy bien señala a propósito de la pintura y que hemos trasladado a la danza como: la danza celebra esa contemplación que no es otra cosa que su propia visibilidad. Igualmente para cerrar el circulo por donde afirmábamos que Pinardi elabora una afirmación anti kantiana en cuanto a la cuestión del arte como problemática de sentidos y experiencia, consideramos también que clausura su análisis con una afirmación muy kantiana cuando considera que es una problemática en suma de trascendencia, consciencia y comunicabilidad en el momento  que entendemos que la representación es una elaboración hecha por el sujeto sobre la realidad, es decir que el objeto de la realidad es el fenómeno que procesamos en la sensibilidad como tiempo y espacio para volverlo concepto o fenómeno de la experiencia, para asi, clausurarla. Pinardi nos deja una reflexión muy concreta sobre el arte moderno, y es que no hay un concepto de arte sino una idea en la Modernidad y no hay una idea de arte sino un concepto en la contemporaneidad.

Referencias Bibliográficas

BAUMGARTEN, A. (1975), Reflexiones filosóficas acerca de la poesía, J.A. Miguez (tr.). Buenos Aires: Aguilar.

FUERTES HERREROS, J. L. (2012), El discurso de los saberes en el Renacimiento y en el Barroco, Salamanca: Ediciones de la Universidad de Salamanca.

GADAMER, H-G. (1997),  Mito y Razón, Barcelona: Paidós.

LACAN, J. (1992), Seminario 17,  Buenos Aires: Paidós.

LÓPEZ, J.L. (2008), Mito y poesía en el psicoanálisis, Madrid: Editorial Biblioteca Nueva.


MELETINSKI, E.M.(2001), El Mito, Madrid: Akal.

MERLEAU-PONTY, M. (2013),  El ojo y el espíritu, A. Del Río (tr.). Madrid: Editorial Trotta.


OVIDIO, P. (1981), Metamorfosis, A. Ruiz de Elvira (tr.), Barcelona:  Editorial Bruguera.

PINARDI, S. (2009),  La idea moderna de obra de arte, Caracas: Equinoccio.

Conferencia
Fuertes Herreros. JL. Noviembre 8, 2013. Maquiavelo 500 años. Salamanca, Universidad de Salamanca.

WEB.



[1] FUERTES, HERREROS. JL. Noviembre 8, 2013. Maquiavelo 500 años. Salamanca, Universidad de Salamanca.

[2] PINARDI, S. (2009),  La idea moderna de obra de arte, Caracas: Equinoccio.
[3] FUERTES HERREROS, J. L. (2012), El discurso de los saberes en el Renacimiento y en el Barroco, Salamanca: Ediciones de la Universidad de Salamanca, p. 111.
[4] Ibidem., p. 113.
[5] OVIDIO, P. (1981), Metamorfosis, A. Ruíz de Elvira (tr.), Barcelona:  Editorial Bruguera, p. 64.
[6] Ibidem., p. 65.
[7] "La esperanza" (1998). En Scripta Theologica 30, 167-164.
[8] Gadamer, H-G. (1997),  Mito y Razón, Barcelona: Paidós, p. 114.
[9]  Lacan,J. (1992), Seminario 17,  Buenos Aires: Paidós, p. 133.
[10]Cfr.  OVIDIO, P. (1981), p. 65.
[11] Cfr. PINARDI, S. (2009), p. 22.
[12] LÓPEZ, J.L. (2008), Mito y poesia en el psicoanalisis, Madrid: Editorial Biblioteca Nueva, p. 29.
[13] Cfr.  PINARDI, S. (2009), p. 34.
[14] BAUMGARTEN, A. (1975), Reflexiones filosóficas acerca de la poesía, J.A. Miguez (tr.). Buenos Aires: Aguilar, p. 34.

[15] MERLEAU-PONTY, M. (2013),  El ojo y el espíritu, A. Del Río (tr.). Madrid:Editorial Trotta, p. 22.

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