Narciso en
la fuente,
Caravaggio 1597/99.
El Mito
de Narciso y la Danza Teatralizada, deriva estética sobre la fenomenología del
cuerpo y sus afecciones
Bloque de Ponencia:
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Estética
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Autor:
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Leyson Orlando Ponce Flores
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Universidad al que se encuentra
vinculado
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Universidad Nacional Experimental de las Artes. Caracas, Venezuela
Doctorando en Filosofía Universidad de Salamanca, España.
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Palabras Clave:
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Cuerpo teatralizado, Mito, Metáfora del cuerpo, Razón sapiencial,
Razón moderna
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Resumen
En este artículo
proponemos una analogía entre el mito de Narciso y el cuerpo teatralizado de la danza, con la
intención de poner a prueba cómo se comporta la verdad mítica que contiene y
por la que podemos trazar una senda a la danza en nuestro tiempo. Para ello reflexionaremos
sobre las metáforas que comparten en su interpretación de cuerpo desdoblado. No
pretendemos explicar el mito sino valernos de su vigencia narrativa y plantear de
esta manera una perspectiva fenomenológica del cuerpo y su teatralización en la
experiencia moderna y contemporánea de la danza. Basándonos en lo descrito por
Ovidio en la Metamorfosis y con la
referencia de José Luis Fuertes Herreros (España) quién lo analiza desde la
metamorfosis suscitada entre la razón sapiencial y la razón moderna; e igualmente
dialogando con La idea moderna de la obra
de arte, de Sandra Pinardi (Venezuela); entonces este artículo es una
deriva estética que extrae del mito las
fuerzas o posibles afecciones que han posibilitado la experiencia estética desde
la Ilustración hasta nuestros días, indagando dónde se encuentra el lugar que
ocupa el pensamiento crítico y la experiencia por la que el cuerpo vivencia lo
que llamamos danza.
Palabras Clave: cuerpo
teatralizado, mito, danza, razón sapiencial y razón moderna.
Abstract
This article proposes an analogy between the myth of Narcissus and the theatrical body in dance, with the intention of testing how the mythical truth it contains allows us to trace a path to dance in our time. To this effect we will consider the metaphors they share in their interpretation of the divided body. We do not pretend to explain the myth but to make use of its narrative validity and thus pose a phenomenological view of the body and its theatrical attribute in the modern and contemporary experience of the dance. On the basis of Ovid’s Metamorphosis, and taking into account the reference of José Luis Fuertes Herreros (Spain), who analyzes it as the metamorphosis between wisdom reason and modern reason , and also establishing a dialogue with The modern idea of the artwork , by Sandra Pinardi (Venezuela), this article is then an aesthetic drift extracting from the myth the forces or potential conditions that made possible the aesthetic experience from the Enlightenment to the present day , enquiring about the place occupied by critical thinking and the experience by which the body lives what we call “dance”.
This article proposes an analogy between the myth of Narcissus and the theatrical body in dance, with the intention of testing how the mythical truth it contains allows us to trace a path to dance in our time. To this effect we will consider the metaphors they share in their interpretation of the divided body. We do not pretend to explain the myth but to make use of its narrative validity and thus pose a phenomenological view of the body and its theatrical attribute in the modern and contemporary experience of the dance. On the basis of Ovid’s Metamorphosis, and taking into account the reference of José Luis Fuertes Herreros (Spain), who analyzes it as the metamorphosis between wisdom reason and modern reason , and also establishing a dialogue with The modern idea of the artwork , by Sandra Pinardi (Venezuela), this article is then an aesthetic drift extracting from the myth the forces or potential conditions that made possible the aesthetic experience from the Enlightenment to the present day , enquiring about the place occupied by critical thinking and the experience by which the body lives what we call “dance”.
Keywords : theatrical body , myth , dance, wisdom reason and modern reason
El mito tiene, en relación con la
verdad, el valor de ser la voz de un tiempo originario más sabio.
H.G. Gadamer
Una posible mirada al mito de Narciso y al cuerpo
teatralizado de la danza nos hace necesario establecer un recorrido desde el
saber moderno, ya que éste colocó al hombre como centro de su existencia y en
el arte de la danza eso es un precepto: allí, la primera asonancia. El giro que
promovió el Renacimiento como nuevo entendimiento del mundo, fue un movimiento
vital para entender, primero, que el orden sapiencial era desplazado por un
orden instrumental donde el nuevo hombre, desprovisto ya de la lógica divina,
se encuentra con la fragilidad de su cuerpo en la existencia, sin la anquilosada teología y los designios
astrológicos para construir su realidad. A partir de ese momento el sujeto
constituye su nueva cartografía, su nueva humanidad, no queriendo decir con
esto que perdía su religiosidad sino que la renovaba en un sentido más humano, volviéndolo
un sujeto conciente, otra asonancia con la danza. Por ello, este artículo
recoge esos puntos comunes para establecer deliberadamente un posible
razonamiento que no es más que un pretexto por donde reflexionar sobre la danza
desde una de sus esencias olvidadas últimamente por la supremacía de la
fisicalidad sobre la expresión; es decir,
que el cuerpo se ha vuelto más visible que su expresión que es la
contenedora del alma. Ese sentido de lo
aprehensible del cuerpo y el alma, es en suma su sentido de humanidad.
En este orden de ideas partimos del mito
de Narciso por ser una portentosa narración que nos permite desde su interpretación
una ilación con el acto del desdoblamiento de la danza desde la metáfora de la transformación
que sufre el nuevo hombre en su existencia. En los versos del Libro III, de La metamorfosis de Ovidio, llamado Narciso
y Eco, ésta narración mítica nos ofrece la posibilidad de una interpretación
elaborada primero, en el cuerpo y su reflejo y, seguidamente en la obtención de
una poética que llena de sentido al pensamiento lógico de su configuración. El
pasado mes de noviembre asistiendo a una conferencia en la Universidad de
Salamanca, sucedió la revelación cuando el profesor Fuertes Herreros nos conmovía
cuando explicaba de manera magistral[1] como se
configuraba este mito en el tránsito entre la razón sapiencial y la razón
moderna: es decir, muerte y nacimiento de un paradigma. Intentando continuar
con su sabia y conmovedora analogía nos
hemos permitido con todo el respeto y salvando las distancias de su sabiduria
atribuir también al arte de la danza su analogía, y que bien nos puede definir
una perspectiva sobre la experiencia estética y la fenomenología del
desdoblamiento del cuerpo en la escena, como un acto de reconocimiento, y de
humanismo propio de la Modernidad, siendo quizás ésta la esencia que hemos
heredado desde la Ilustración hasta nuestra contemporaneidad. Por eso consideramos
necesario una aproximación a la Estética
moderna y a ciertos autores que la filósofa venezolana Sandra Pinardi señala esenciales si transitamos la experiencia
estética en la Modernidad y que expone muy claro en su texto La idea moderna de obra de arte[2].
José Luis Fuertes desde su línea de
investigación La razón sapiencial y el
orden del mundo: la naturaleza y los discursos en el ser humano en el Siglo XV,
establece el mito de Narciso como analogía
del transito entre ambos modelos de contención humana (la razón sapiencial y la
razón moderna). Para comprender este nuevo entendimiento y ubicarnos
históricamente en los siglos de la Modernidad, será necesario hacer mención de
algunos autores que señala son esenciales y que estudiándolos nos otorgan ideas
para construir una argumentación acorde a la existencia en esos tiempos. De
igual manera otros pensadores estarán ausentes, no obstante, recalcamos que la noción
de razón sapiencial y razón moderna son aproximaciones para permitirnos tomar
el espíritu de una época que retumba aún en los cimientos del arte de la danza actual
porque contienen como esencia lo que éste filósofo salmantino llama una época
de la existencia[3].
Iniciamos entonces esta deriva con postulados que marcan el carácter del nuevo
modelo del hombre, en los ejemplos de la obra El Príncipe, de Nicolás Maquiavelo, que expresa la necesidad de establecer un nuevo
orden desde lo individual y desde lo
social, y que esa fue la fuerza de contención requerida para enfrentar la nueva
razón moderna. Subyace, en el capítulo XXVI,
la idea de promover el miedo
como una estrategia de disuasión pero también a la seguridad cómo otra estrategia
que dialogan ante los desafíos que enfrentamos los individuos y que debemos
abordar como colectivos. Es decir, que lo que se necesita para luchar contra la
barbarie son nuevos concilios con nosotros mismos, y que el acto de acercarnos a
una conciencia de existencia se sucede en la mejor manera que podamos
observarnos los unos con los otros (esto fue escrito a propósito del contexto social
italiano, y es tan vigente en el contexto del mundo actual). Extraemos entonces
de Maquiavelo, la formulación de una
propuesta para el nuevo hombre en la
reflexión que sobre el miedo y la seguridad
atenúan los espacios de violencia, y que estas estrategias son una vía para la
concordia; y esto es un principio esencial que radica en trabajar con el
otro desde una perspectiva que abre la
visión al progreso político - el reflejo - que es a su vez reconocimiento de
las fuerzas de los gobernantes y los gobernados. Igualmente nos remite a otros autores
humanistas como Juan Luis Vives con su obra Fábula
de Hominis, que es la respuesta a
El Príncipe de Maquiavelo, donde se
describe una visión del hombre construyendo
su sabiduría en la base del cultivo de sus virtudes aplicadas éstas como
principios de conciencia y trascendencia (la idea de cultura). Un tiempo nuevo
aparece, e indica Fuertes que la concordia
se asentará en la razón moderna que a su vez pone a juicio a la propia
razón en el momento de la salvación,
cuestión impensable en el modelo sapiencial por su estructura de ordenamiento
teológico. Ahora bien, es importante acentuar este marco referencial porque en la idea moderna del hombre éste construye su
existencia y debe conciliar con los otros lo que implica una existencia de
concordias. Vives, con su profundo humanismo y modelo de conducta e ideal de
vida, propuso el primer tratado de ayuda y solidaridad social que nutriría los derechos humanos actuales y que
fortalecería la idea de un Estado Social.
Con esto entonces nos introducimos en el humanismo como una ideología donde
debemos aprender a conocernos unos en
otros, a entender que somos todos reflejos de un mismo mundo donde estamos desamparados y donde nos reconocemos en
las mismas necesidades, o lo que Fuertes señala como vivir en
la trascendencia, es decir, una idea
que tiene estructura cíclica que va desde los haceres del hombre a Dios para devolverse al hombre con
nueva significación[4].
Es quizás esta aseveración una característica que ha definido la teatralización
de los cuerpos durante todos los tiempos. Resignificar la realidad y no
describirla sino interpretarla desde lo que nos afecta y en el lugar donde toda
experiencia sea encrucijada para elaborar pensamiento crítico de la
representación del mundo y de la conceptualización que hacemos desde nuestros
sentidos. De allí la
noción de Estética de Baumgarten, senda que tomamos para acercarnos a la
conciencia estética en tiempos de concordias y existencia de autonomías: a la subjetividad, a la razón estética, a la
danza en cualquier tiempo histórico.
y mientras su sed sedar desea, sed otra le creció, y
mientras bebe, al verla, arrebatado por la imagen de su hermosura, una
esperanza sin cuerpo ama: cuerpo cree ser lo que onda es[5].
Narciso hijo del río Céfiso y de la ninfa
Liríope, es decir hijo de las aguas, estaba predestinado por la premonición del
vidente Tiresias a fallecer en el momento
que se conociera. Aquí el verbo conocer es en el mito metáfora de reconocimiento del reflejo de su imagen, y
ésta a su vez la nueva imagen del hombre; efímero, frágil, desprovisto del
viejo cuerpo: es saberse como hombre con existencia como indica Fuertes. Conocerse en el viejo modelo sapiencial
es saberse
en el nuevo modelo moderno. Entonces la
noción del verbo conocer se transfigura
a verbo saber en el mito. Saberse
reflejo es la metáfora de razón instrumental, razón empírica: razón moderna
porque nos deja el trago que saber no es conocer el mundo. Narciso y su belleza
son la sapiencia, la sabiduría de la vieja cristiandad ya agotada en el 1500,
el viejo modelo. Aquella que no puede verse a si misma porque supone es Dios, Belleza y Perfección. El reflejo
es el nuevo hombre, la conciencia de la humanidad, el hombre como centro de
todas las cosas. Pero ese reflejo no tiene cuerpo y está en estado liquido como
la misma esencia por la que el mito nos señala el origen de Narciso. El nuevo
entendimiento igualmente se sucede en el hombre pero el mito nos pone en
evidencia que esa nueva razón es vulnerable y que es necesario llenarla de un
nuevo cuerpo que dialogue con otros. Es decir que asistimos al momento
histórico donde el hombre se reconoce con uno de los valores más esenciales de
su existencia como es su conciencia de humanidad. En este punto es necesario enfatizar que
conciencia implica estudio de si mismo como sujeto, y por ello en la Modernidad
nace de la mano de Freud, Jung y Lacan, la psicología como una ciencia que se
vale del estudio del mito para aproximarse al inconciente como oposición de
conciencia pero como un todo en el estudio del alma del sujeto, otorgándole al
mito una nueva significación.
Qué vea no sabe, pero lo que ve, se
abrasa en ello, y a sus ojos el mismo error que los engaña los incita.
Crédulo, ¿por qué en vano unas
apariencias fugaces coger intentas? Lo que buscas está en ninguna parte, lo que
amas, vuélvete: lo pierdes[6].
Esta
nueva perspectiva moderna con la mirada en las ciencias y en los grandes relatos de la
humanidad como la solidaridad, la causalidad, la sensibilidad y el progreso
entre otros estados del sujeto, proviene del giro que introduce Inmanuel Kant a propósito de Copérnico en la existencia,
cuando abre un tiempo de restauración y de concilios en la vieja Europa que
inicia mirando al nuevo mundo y que desplaza el centro del universo de la
tierra al sol.
Por otra parte y desde otro ángulo del
problema, éste es un mito que posee
estructura modal musicalmente hablando y que analizamos más allá de la visión
clásica para desplazar su significado a la polifonía que contiene en la
Modernidad. Por eso consideramos
importante resaltar esta asociación. La estructura modal propia del periodo sapiencial
mantiene cuatro escalas que la definen como una sonoridad férrea a su
estructura que a su vez la controla. El mito como narración textual no escapa
de su estructura que lo circunscribe y lo somete a designios propios de una lógica
que le otorga clausura. Precisamente en el reflejo de Narciso podemos observar
como la mirada a la plurisignificación
de su esencia y a su posible polifonía es esencia de la nueva razón moderna que
descubre a un hombre entreabierto a las causas y efectos que él mismo produce,
es decir, que la estructura lingüística del texto también es afectada por el
giro copernicano dado que al pretender resignificarlo rompemos con su
estructura modal. No podemos dejar de
mencionar que también ese reflejo en Narciso genera miedo en el nuevo hombre mostrando su
vulnerabilidad, dado que el reflejo es una forma de ilusión que dota esperanza
y sentido a la vida, pero a su vez de dudas y dolor. Recordemos también el mito
de La caja de Pandora donde el último de los males revelados es la esperanza, o como Leonardo Polo la
define: La esperanza
es el armazón de la existencia del ser humano en el tiempo[7].
El mito como narración previa al
nacimiento del logos en Grecia, era
la explicación del origen de los cosas. Es precisamente desde la dimensión
racional o logos que lo definiremos
como mito, pero nos interesa esa parte que Gadamer valoriza porque encierra
una sabiduría ancestral[8]. Y porque
como propuesta en nuestro análisis podría relanzar un marco de comprensión de
la experiencia de la danza porque nos interroga sobre ella desde una zona insospechada,
que bien Lacan señalaba a propósito del mito como aquello que vela lo imposible[9], atreviéndonos en esta investigación
determinar que, el sentido de la danza como experiencia estética en la
actualidad no se circunscribe solamente a la idea de experiencia estética sino
que adiciona la idea de experiencia ética por los valores que imprime en el
contexto de la educación y conformación de sujetos sensibles, a la idea de
razón política por su carácter de comunicabilidad y a la idea de experiencia
epistemológica por lo que devela como conocimiento (que es necesario explicar
qué conocimiento se devela), todas estas son, estructuras como funcionaba el
sentido en tiempos de la razón moderna. Acá es importante recalcar que estas
ideas de experiencias no dan clausura a un concepto de comunicabilidad, valor y
conocimiento, por eso están allí en el mundo, son únicas como experiencia estética porque es indudable que
allí hay sentido y significación de valor, conocimiento y política, allí
hay ideas. Por eso a esa nueva
constitución de conocimiento su carácter insondable. Es una experiencia como señala Pinardi, indeterminada y no clausurada, entendiendo
la clausura como alivio y la no clausura como una angustia.
Si continuamos transversalizando la idea del
mito de Narciso en nuestra investigación, el acto del desdoblamiento en la
danza implica el reconocimiento de otra mirada en la mirada. Es decir, lo que miramos y lo
que nos mira como una forma de buscar
acompañamiento. Bien decía Diderot que la experiencia estética servía no
para entender al mundo sino a los seres que intentan comprenderlo. Narciso entonces nos sitúa cómo
mito en la mirada de sí mismo para hacer de ello experiencia y luego la idea que es en sí también un posible umbral
por donde plantearse la senda de Aristóteles.
Sobre la danza siempre
En la intimidad el intérprete de la danza
metaforiza la realidad y de esa metaforización se plantea una dirección cuando
improvisa con su cuerpo para vivenciar una experiencia que se revela única
evocada en el imaginario como una nueva razón. Esta es una forma de estar en el
reflejo del cuerpo. Se suscita una apreciación del movimiento como reflejo
que es a su vez fugacidad, belleza y perfección. Característica ésta que se opone
a la estructura modal primaria de la razón sapiencial, porque en la dimensión
perceptiva del danzante, la belleza y la perfección no tienen una naturaleza definida porque no imita a la
realidad. El cuerpo en este estado previo de la experiencia se sabe como cuerpo
físico y genera intuitivamente en base a una pauta que es un punto en el
infinito, una manera de interpretar la realidad. Se sacraliza este estado donde
tiempo y espacio son formas a priori de la sensibilidad (en el sentido de
Kant) e indisolubles que atraviesan ese punto creativo y que están remarcadas
por el sonido como una manifestación que regula las pasiones del movimiento, en
oposición al mito en su perspectiva modal. Eco, la ninfa condenada por Hera a
repetir el final de las palabras enunciadas, viene a encuadrar en el relato una
escala que matiza el conflicto. El interprete de la danza oye sus latidos como
un eco, pero lo que oye no es un sonido percibido por el sentido del oído sino
por los sentidos propioceptivos – esos, ocultos cómo Eco -. Es decir que lo que
se oye es a uno mismo, una forma de reflejo sonoro o un intersticio por donde
fluye lo otro como el desespero auditivo
de la ninfa Eco.
Desde
entonces se esconde en las espesuras y por nadie en el monte es vista, por
todos oída es: el sonido es el que vive en ella[10].
Al movernos entonces con esta
intencionalidad, el cuerpo se teatraliza y lo que surge de esta metástasis
corporal es otro cuerpo que es
metamorfosis del cuerpo físico. En este caso, el reflejo no es inmaterialidad sino
un nuevo orden, un instrumento que moviliza el orden simbólico de la realidad;
entonces el reflejo es cuerpo de simbologías y como tal cuerpo trascendente por
el que mi cuerpo físico toma su transfiguración en la escena. La fuerza que
contiene el cuerpo le habla a este como si fuera un oído. Lo teatralizado deja
de ser tú mismo porque eres la obra en el espacio y tiempo. Del mito
compartimos la narración para producir el movimiento; ahora bien, lo que podría
ser una gran paradoja filosófica es que cuando se danza se piensa en movimiento
y no en palabras, es una acción instantánea como la generación misma de los
conceptos y las ideas. Lo que verbalizamos en lo danza deja de ser verbo porque
se danza; entonces, el silogismo sería: lo que movilizamos en la danza deja de
ser movimiento porque se vuelve verbo
(eco) en quién la observa. Es la antesala a un acto de atrapamiento de los
sentidos, porque en esa búsqueda del espacio de
experiencia de la danza con el mito como un efecto de encuentro entre el ser y
el lenguaje que lo convulsiona, se da un acto de pura comunicabilidad y eso,
aunado al de sublimación de la obra donde se ganan significados por otros
perdidos, allí, se da un sentimiento de pura humanidad profiriéndole al arte de
la danza su gran trascendencia. En este punto nos interesa también esa parte
del lenguaje que hace efecto en una cultura y que llamamos en la danza
metáfora. Es decir, que podemos inferir que la danza es la respuesta poética al
mito que encierra nuestro imaginario, y que dota de significado nuestro lenguaje
y nuestra cultura: entonces por
asociación la danza articula cuerpos metaforizados por los mitos.
Nos
dice Sandra Pinardi que el problema del
arte tiene que ver con experiencia y sensibilidad y no con entendimiento y
razón. Ésto le confiere a Pinardi una aseveración anti kantiana muy
interesante porque ubica en el plano de los sentidos el problema de la
experiencia y no en la razón o en la síntesis que hizo Kant entre ella y el
empirismo como un acto de comprender la realidad desde el sujeto. Por ello,
Pinardi nos mantiene igualmente en la idea del sujeto consciente con la certeza
que de la razón y el entendimiento de la Modernidad fluyen categorías
humanistas que permean la sensibilidad de un hombre que vuelve la mirada a su naturaleza
humana, que es a su vez experiencia, abriendo de esta manera las facultades
subjetivas e ideas en el terreno de los sentidos del hombre. Esta posibilidad
nos aproxima a la noción de arte, dado que categorías atribuibles al periodo
sapiencial ya no tienen efecto a la fuerza de la experiencia. Asistimos en la Modernidad
a la primera dimensión de comprensión de la experiencia estética como lugar
para dar explicación como conjunto de teorías a las particularidades, pero como
bien señala Pinardi, toda esta pluralidad perseguía la sistematización del
saber, todas están formuladas a partir de un imperativo epistemologico[11]. La experiencia estética por eso
en el mito de Narciso es el reflejo del hombre que no puede asir el valor de su
nueva liberación. Entonces es importante tener claro que esta experiencia para
la Modernidad es una forma de objetivación, dado que lo experimentado no puede ser
conceptualizado. Es quizás ésta otra reflexión relevante, porque el mito como narración contiene
una dimensión especular por el que las definiciones son imposibles de realizar.
De esta fenomenología de la particularidad se suceden las objetivaciones
puntuales de la experiencia, generando un lugar nuevo al conocimiento porque se
distancia del entendimiento y de la razón. Esta es la premisa para la
Modernidad: la subjetividad. Para consolidar nuestro argumento consideramos
importante reflexionar en ese modelo de razón moderna y la revolución acaecida
en la obra de arte, es decir en el nacimiento de la Estética con Baumgarten y
su obra Aesthetica (1750).
En torno a nuestro nudo planteado con el
mito de Narciso, la danza y la razón moderna, exponemos una panorámica sobre la
idea del cuerpo estético, siempre en el interés de este ensayo y vinculante a
lo que contiene en su desdoblamiento en la escena en la actualidad: su
teatralización. De esta
manera exponemos el carácter anacrónico de esta experiencia.
Luego el psicoanálisis surge inicialmente a partir del mito para
posteriormente desarrollarse a través de él. Lo interesante, en este sentido,
es que, si bien la invención del psicoanálisis esta sostenida inicialmente a
partir del mito, el propio psicoanálisis,, relanza el valor del mito
apoyándose, justamente, en todos aquellos instrumentos culturales que lo han
rehabilitado previamente[12].
Con estas importantes premisas, la idea
de cuerpo moderno en el arte es entonces la de un cuerpo con sus
singularidades, con sus manifestaciones humanas y no predeterminada por los
designios divinos o la astrología. La pintura de Caravaggio Narciso en la fuente, que exponemos en
este articulo, nos revela el posicionamiento humano en la pintura. Si bien en
primer plano observamos a Narciso frente a su imagen, la proximidad a la figura
perfecta y de proporciones propias de la razón sapiencial: es una figura muy
iluminada en el cuadro, la imagen proyectada en el agua es opaca y no pareciera
él. Esa forma de desvanecimiento de la técnica es una forma para inferir que
debemos mirar al hombre con sus imperfecciones. Señala Pinardi que lo
más valioso de la Ilustración es su valoración al conocimiento que encierra la
experiencia y por sobre todo a la percepción. Una manera de pasar por el
pensamiento vinculado a las emociones y los sentimientos, entendiendo esto como
producción cognoscitiva, porque se traslada la sensibilidad pasiva a su
espontaneidad e inmanencia.
Quisiéramos
hacer mención a Denis Diderot, quién estableció en la naciente Modernidad una
conectividad muy interesante entre el cuerpo y su intelecto, dejando clara una
relación que ha sido otro precepto indisoluble en la danza. La reciprocidad
entre cuerpo e intelecto es el campo fenomenológico por excelencia de la
experiencia como un acto de confesión con la vida. Por eso los cuerpos
desdoblados en la interpretación son cuerpos que atienden a naturalezas propias
de quien la profiere. Ese sentido de la representación es sentido de vida; por
eso Paul Valéry la denomino como: la
danza es un exceso de vida. Dice Pinardi que para Diderot eso es el
fundamento de lo artístico[13].
Entonces existe en la danza y su desdoblamiento una existencia empírica que hace actividad con el mismo
cuerpo que la origina. Éste es un conocimiento de razones y sentidos propio de
la experiencia estética. Exceso de vida es para la danza, humanidad, porque se
representa al mundo evitando toda imitación. En esto la danza dialoga con
Diderot a lo largo de su historia, en ese preciso lugar insospechado donde la
naturaleza que se representa es ante todas las cosas una naturaleza humana; es
decir, ese reflejo opaco que observamos en la pintura de Caravaggio.
Haciendo
mención finalmente a Alexander Baumgarten, es el filósofo que termina dando
unidad a la manifestación estética producto de las emociones con la conciencia
racional, constituyendo con ello una valoración excepcional porque localiza la
producción epistémica en la experiencia estética. Dice Pinardi que Baumgarten considera a la Estética como una ciencia en
donde el orden de lo sensitivo se hace experiencia para el sujeto empírico,
porque sistematiza las leyes que lo rigen. De Baumgarten podemos extraer
para adicionar a nuestra noción de cuerpo desdoblado lo que explica como
poética refiriéndose a la poesía, en cuanto a que son representaciones
sensibles en el discurso y que son perfectas en la medida que respeten esta
asociación de ser sólo eso, representaciones sensibles, estar interconectadas
entre sí y presentar una articulación entre las palabras que la conforman[14]. Inclusive
plantea y consideramos extraordinaria esa apreciación a que si la realidad no
me otorga la cosa de la
representación debemos entonces crear ficciones
verdaderas. La construcción del movimiento funciona aún hoy día con esta
característica, de allí su permanencia.
Debemos entonces a la Ilustración la noción de Estética que hoy conocemos, precisamente
por haber ponderado la experiencia sensible ubicándola en un más allá de la
experiencia y no dejándola como un tránsito o paso hacia la representación como
hizo la razón sapiencial. Esta Estética de la Ilustración acuña un termino que
revoluciona nuestra relación con el mundo y que llamó la Ilustración experiencia
estética. Es decir, que se comprende que entre el mundo y la subjetividad hay
conexiones y podrían poseer un tipo de materialidad, eso ¿no es lo que Ponty llama fenomenología de la
experiencia?, ¿y no reposan en ese estrato la opacidad del reflejo de Narciso?.
Entonces esa conexión que posee materialidad no es conexión física sino representativa, es el modo como
explicamos la alteridad desde nuestra subjetividad y desde el objeto que hemos
categorizado como objeto de la experiencia estética.
En el ejemplo de Fuertes con el mito de
Narciso y el quiebre paradigmático entre la razón sapiencial y la moderna, y
tomando la idea moderna a través de grandes pensadores en la historia,
aseveramos que hay una esencia gestada en el sujeto y que ha trascendido en él
con sus raíces en la Modernidad, nutriendo hoy la noción de cuerpo desdoblado que perfectamente y también sirviéndonos del
mito de Narciso, nos ha permitido esta reflexión apegada al sentido humanista
que encierra la danza como un acto de acompañamiento. En la visibilidad del
mundo la mirada tiene un proceso natural para acercarnos a lo que mi ser
reconoce de esas imágenes. El cuerpo teatralizado de la danza es la expresión
en movimiento de esa mirada que visibiliza el mundo. En el campo de la
fenomenología Merleau-Ponty tiene un escrito relevante para nuestro ensayo
sobre la visión y el movimiento como una unidad de reciprocidad y señala: Él, que mira todas las cosas, puede también
mirarse y reconocer entonces en lo que ve, el -otro lado- de su potencia
vidente. El cuerpo se ve viendo, se toca tocando, es visible y sensible para sí
mismo. Es un –sí mismo, no por transparencia como el pensamiento, que no piensa
ninguna cosa más que asimilándola, constituyéndola y transformándola en
pensamiento, sino un sí-mismo por confusión, narcisismo inherencia del que ve en lo que él ve, del que toca en
lo que él toca, del sintiente en los sentidos, que tiene un pasado y un
porvenir[15].
Finalizando, queremos resaltar que el mito de Narciso desde la mirada al
modelo moderno, nos abre posibilidades fecundas para consolidar nuestra idea de
cuerpo desdoblado en la actualidad. Recuperamos entonces la importancia de la
existencia como un estado de reconocimiento y recepción de la naturaleza humana
y su pensamiento. Por otra parte, la consideración de extensión de esa
naturaleza que es lo que se manifiesta en la realidad como experiencia o
evidencia. Entonces la relación entre pensamiento y experiencia son consideraciones
que patentan el principio de la creación en la danza como razón estética.
Mientras, desde el pensamiento, se metaforiza la idea de lo real posible, en la
experiencia donde el cuerpo es un cúmulo de retorcidas formas que profieren una
poética de la comunión entre lo que se piensa y se materializa. Radica acá el
gran misterio de esa traducción de la danza porque tiene la textura liquida del
mito de Narciso y su imagen. Por ello una fenomenología de la danza podría ser
un horizonte por donde elaborar pensamiento crítico y creativo, como
manifestación libre, libertad absoluta, exceso
de vida, es decir, en esencia el libre albedrío de la existencia danzando y
mirando a la realidad y a sus hombres. Decía Cezánne que el pintor piensa en pintura y permítannos entonces parafrasearlo
como: el danzarín piensa en danza.
En
el mito de Narciso subyace la idea de que la naturaleza esta en el interior y que
el acto de contemplar la imagen es descubrir la textura imaginaria de lo real,
en este punto preciso podemos concluir con lo que Ponty muy bien señala a
propósito de la pintura y que hemos trasladado a la danza como: la danza
celebra esa contemplación que no es otra cosa que su propia visibilidad.
Igualmente para cerrar el circulo por donde afirmábamos que Pinardi elabora una
afirmación anti kantiana en cuanto a la cuestión del arte como problemática de
sentidos y experiencia, consideramos también que clausura su análisis con una
afirmación muy kantiana cuando considera que es una problemática en suma de
trascendencia, consciencia y comunicabilidad en el momento que entendemos que la representación es una
elaboración hecha por el sujeto sobre la realidad, es decir que el objeto de la
realidad es el fenómeno que procesamos en la sensibilidad como tiempo y espacio
para volverlo concepto o fenómeno de la experiencia, para asi, clausurarla.
Pinardi nos deja una reflexión muy concreta sobre el arte moderno, y es que no
hay un concepto de arte sino una idea en la Modernidad y no hay una idea de
arte sino un concepto en la contemporaneidad.
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Bruguera.
PINARDI,
S. (2009), La idea moderna de obra de arte, Caracas: Equinoccio.
Conferencia
Fuertes
Herreros. JL. Noviembre 8, 2013. Maquiavelo
500 años. Salamanca, Universidad de Salamanca.
WEB.
Aquileana.
Diciembre 30, 2013. En: http://aquileana.wordpress.com/2009/02/08/filosofia-mitologia-narciso-frente-al-espejo-narciso-y-eco/
[1] FUERTES, HERREROS. JL. Noviembre 8, 2013. Maquiavelo 500 años. Salamanca, Universidad
de Salamanca.
[2] PINARDI, S. (2009), La idea moderna de obra de arte,
Caracas: Equinoccio.
[3] FUERTES HERREROS, J. L.
(2012), El discurso de los saberes en el
Renacimiento y en el Barroco, Salamanca: Ediciones de la Universidad de
Salamanca, p. 111.
[5] OVIDIO, P. (1981), Metamorfosis, A. Ruíz de Elvira (tr.), Barcelona:
Editorial Bruguera, p. 64.
[7] "La
esperanza" (1998). En Scripta
Theologica 30, 167-164.
[8] Gadamer, H-G. (1997), Mito y
Razón, Barcelona: Paidós, p. 114.
[11] Cfr. PINARDI, S. (2009), p. 22.
[12] LÓPEZ, J.L. (2008), Mito y poesia
en el psicoanalisis, Madrid: Editorial Biblioteca Nueva, p. 29.
[14] BAUMGARTEN, A. (1975), Reflexiones filosóficas acerca de
la poesía, J.A. Miguez (tr.). Buenos Aires: Aguilar, p.
34.
[15] MERLEAU-PONTY, M. (2013), El ojo y
el espíritu, A. Del Río (tr.). Madrid:Editorial Trotta, p. 22.
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